Somos Racistas, todos, si no en lo cotidiano, si circunstancialmente.
Es algo tan natural como la selección natural de que habla Darwin, pero en este caso es de tipo social. Nos han vendido y hemos comprado con gusto ciertas ideas de supremacia por condiciones en su mayoría ajenas a nosotras, pues como dice mi amigo Demian: La belleza y el amor son en su mayoría vienes inmerecidos.
Yo he sido rascista, no podría negarlo, aunque si puedo indignarme por ese hecho. Por azares genéticos no entro en la imagen promedio del mexicano, lo cual he aprovechado para imponerme o ser favorecida en múltiples circunstancias, desde cruzar el eje central, hasta poder entrar en los antros de moda.
Pero mi racismo y mis actitudes despectivas están más ligadas a las pretenciones intelectuales de algunos, que al aspectos físico.
Aunque también he vivido la otra cara de la moneda, cómo todos los habitantes de esta tierra.
Ahora todo este discurso es inspirado por el caso del estudiante de doctorado de Alejandro Ordaz Moreno, mexicano, en Sevilla. El cual tuvo un trato infrahumano y fue altamente agredido, no solo por consecuencia de sus actos, sino por su aspecto físico y su nacionalidad por parte de policias españoles.
Estos hombres, pueden tener las creencias que quieran, pero al final deberían tener la capacidad suficiente para dicernir entre sentimiento y obligación, entre comportarse como bestias o tomarse en serio eso de ser humanos.
Y aun as? sigue girando
miércoles, febrero 18, 2009
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